viernes, 19 de octubre de 2007

El durazno ya maduro estaba. Listo para caer al suelo.
Antes mismo de caer, sentía un poco de nostalgia del árbol que lo mantuvo todo este tiempo. Así que, antes mismo de caer, se despidió del árbol:
- Te quiero dar mis gracias.Soportaste mi peso en tus ramas. Gracias por haberme dado la sombra necesaria para no quemarme y la protección requerida para que los pájaros no me comieran. Pero, en la vida, siempre hay el momento de partir. El momento de salir a explorar nuevos espacios, tener nuevas experiencias. De ti, llevo tu sostenimiento, pero sé que, desde ahora, estaré conmigo mismo.Y sé que, cuando necesite, tendré tu sombra esperándome. Pero ya a la rama no puedo volver. Pues, no hay camino de regreso. Debo seguir y ser el mejor de todos los duraznos. Así sabrán que, en este jardin, hay el mejor de todos los árboles.

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